Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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D. Sastre: ESPACIOS en el camino... (con Armando Bauleo)


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ESPACIOS en el camino... (con Armando Bauleo)

Diana Sastre Alcober  

 

Hace cinco meses que Armando Bauleo no está con nosotros. El dolor de su pérdida, el hacernos a la idea de su falta en lo cotidiano y, especialmente, en el Espacio de Estudio sobre la Grupalidad (EEG) y en la Asociación de Psicoterapia Operativa Psicoanalítica (APOP), espacios de trabajo clínico y de formación de los que Armando fue cofundador, ha sido duro.
Otros compañeros ya han escrito de forma ejemplar, plasmando las características de su personalidad; me uno al homenaje al que sólo quiero agregar unas palabras, ante la importancia del legado humano, conceptual y especialmente vital, de Armando Bauleo.
En este tiempo he podido compartir con los compañeros sentimientos similares, de cómo seguíamos teniendo su palabra, su consejo, a pesar de su pérdida; encuentro a Armando, no sólo en sus textos, sino en sus agudos comentarios, irónicos, a latigazos a veces, que imagino escuchar ante los hechos cotidianos de mi vida, mi trabajo, y de la actualidad, que me obligan a pensar, a repensar, a co-pensar con sus textos, su obra, y con la experiencia vivida a su lado.
Ahora, que hemos recorrido parte del camino sin él, aunque todavía nos asombra que nos falte el torbellino de su presencia, comienza a transformarse nuestro sentir en intentar “hacer carne”, integrar desde la ausencia, la memoria de haber tenido el privilegio de compartir con él, no sólo su inquietud y su creatividad constante, sino muchos e intensos momentos de debatir lo social, la actualidad, en los diversos ámbitos, y siempre había una posibilidad de hacerlo alrededor de una mesa, disfrutando de una buena comida y un buen vino.
Es ahora cuando los recuerdos de tantos momentos, no sólo de las clases, de las supervisiones, o como colega en otros ámbitos, nos permiten valorar en su medida la generosidad de su saber, de su entrega y de su afecto. Hemos comentado que compartir la mesa con Armando, era compartir su saber, su inquietud, su sagacidad, y en escenarios muy diferentes como fueron también los cafés de Buenos Aires. Recuerdo con emoción una visita deliciosa a una librería en Buenos Aires, a la que me llevó Bauleo; además de salir con una fantástica compra de libros ya agotados y a un exiguo precio, con risas hasta las lágrimas, por las bromas continuas con el dueño de la librería, aunque en realidad se trataba una clase magistral.
El día de su fallecimiento, me encontraba dando clase en la universidad, haciendo grupo operativo con jóvenes psicólogos de diversos países. Esta experiencia, dentro de un Master, les permitía profundizar en su formación y además reconocerse como emigrantes.

Me pareció una coincidencia “emergente”, en donde la horizontalidad y verticalidad de la experiencia significaba una forma de despedida, ya que en la supervisión de estos grupos que hacía con Armando hablábamos no sólo de los grupos en sí, sino además de nuestra propia condición de emigrantes/inmigrantes, del significado de trasladarse, del viajar, que él valoraba muy especialmente y que fue un elemento fundamental en su vida, y su preocupación en relación a la juventud actual ante la actitud acomodaticia promovida por esta sociedad consumista, que no valora el esfuerzo ante una tarea formativa y tan opuesta a la concepción pichoniana que nos enseñaba y compartía con nosotros.
Este fue uno de los aspectos fundamentales por los que Armando peleó en la asociación APOP, por los conceptos institucionales y contrainstitucionales hasta sus últimos momentos. Su ilusión porque fuera un espacio donde se continuara promocionando el esquema conceptual referencial operativo, lo compartíamos mientras analizábamos y vivíamos las diferentes etapas  de toda institución.
Recuerdo su última exposición pública en la Asociación APOP, con motivo del homenaje a Enrique Pichon-Rivière por su Centenario, que organizamos con todo el afecto y esfuerzo de Armando para continuar dando a conocer a Pichon. Insistía en que el homenaje no se limitara a su línea conceptual, sino a toda su vida, especialmente el aspecto artístico, destacando las diversas influencias que tuvo a lo largo de su vida; fue una tarea ardua conseguir, para que estuvieran presentes, las diversas músicas de su vida, especialmente  de su infancia, pero también un placer y un continuo aprendizaje la preparación de este homenaje, que ahora ha cobrado mayor significación.
Después hemos pensado que además nos estaba permitiendo compartir en este homenaje, su propia idea del legado, habló de aprendizaje, y también de muerte, de la “necesaria muerte del maestro”, “del asesinato del padre/maestro”, de la gratitud y del reconocimiento del legado de Pichon, que no quedaba sólo en la teoría, sino en su actitud vital, creativa, consiguiendo provocar con su insistencia, a tener que “aprender a pensar”.
Esto lo vivió Armando con Pichon, y nosotros tuvimos el lujo de vivirlo con Bauleo, de compartir y trabajar y aprender con él, a carcajadas y a lágrimas a veces, ante los golpes de la vida, donde también nos ayudó; fue siempre estar con el huracán de su arrolladora vitalidad y el apasionamiento militante de su concepción ideológica.
Unos días antes de su viaje a Buenos Aires y en pleno tratamiento por su enfermedad, me comentó que quería ampliar el tema del espacio en salud mental, a partir de una conferencia que presentó en el Congreso de Salud Mental y Derechos Humanos, en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo hace unos años; este tema del espacio en el que él incidió mucha veces, como por ejemplo en su artículo sobre El espacio no-lógico de la Psicosis, ha sido muy importante a lo largo de su obra.
No pudo concretarlo, siento que dejó ese nuevo espacio para que pensáramos con él, y al releerlo, rescato a uno de los autores que nos traía, en su vasto conocimiento: a Giorgio C. Argan, historiador de arte, en relación al espacio cuando destacaba a la Naturaleza y la Historia, y decía que “el hombre que quiere crear, debe confrontarse con el mundo físico que lo rodea y con los hechos  del pasado”. 
En esta situación de crisis globalizada que nos toca vivir, con los obstáculos y resistencias que “casi” no nos dejan pensar, analizar con la alarma de que todo se tambalea, al estilo de las situaciones catastróficas que ya trabajara Pichon-Rivière, y que Bauleo destacó en los diversos escenarios  a lo largo de la historia.

El reubicar este texto hacia el futurible en el que Bauleo quería seguir trabajando, me permite pensar en la importancia actual de la creación del espacio terapéutico para la salud mental, en el que estamos incluidos, así como la confluencia del medio social y económico que nos atraviesa, para preguntarnos cómo pensar las situaciones actuales desde la amplitud de de nuestro marco conceptual, para ponerlas en juego, en la confrontación de los hechos actuales sin olvidarnos de la historia, no en vano las crisis son resultado de procesos que llevan gestándose tiempo atrás, siendo muchas de ellas situaciones paradojales.

Y estos pensamientos me trasladan a su texto “Locura Social, Locura Individual” de 2003, que ahora en octubre de 2008, toman una rabiosa actualidad sus palabras, con la crudeza de la realidad global, cuando nos habla del sufrimiento, del espanto, de las locuras de instituciones, grupos, familias, promovidos por los hechos sociales, nos habla de la esperanza y la desesperación, destacando el papel de los mass media y del manejo del poder.

Aunque también en sus palabras hay espacio para el futuro en este texto, con un cierto entusiasmo para pensar soluciones: “Hemos ido constatando que introducirse en las regiones demarcadas por la locura social/locura individual, es una labor intrincada y entusiasmante, que se comprueba que nunca fue tan veraz el “queda mucho por decir”...”

Espacio, historia y memoria, elementos posibilitadores para ayudar a comprender, a acercarnos a la problemática de nuestra salud mental actual, en las posibilidades de los “nuevos” vínculos y también en su complejidad, al estilo morianiano, que Bauleo nos insistía en su importancia para no quedar segmentados en la fragmentación de los campos.
 Cómo trasmitir ahora el recuerdo de mi ilusión al saber de que Armando quería volver a escribir sobre el espacio terapéutico, de la salud mental, aún en una situación de debilidad y de enfermedad, unido luego con el dolor de su pérdida a los pocos días, y ahora ya con la necesidad seguir trabajando, pensando en las situaciones actuales de nuestro trabajo, compartiendo la continuidad de los espacios de pensamiento y de afectos.
Sus comentarios en los últimos momentos fueron apostando por nuestros proyectos, hablando del futuro, de los planes y de la tarea. Y su preocupación por el proyecto institucional de la Asociación, fue especialmente afectiva, demostrando su lucidez analítica y su implicación personal.
Mantuvo hasta el final su mensaje de operatividad, de aliento, de afecto, de que lo recordemos al pie del cañón hacia “la tarea” y, a su vez, diciendo que diéramos más, que continuáramos en el camino. Nos incitó a preguntarnos y a plantearnos por el proyecto, y en ese proyecto está su obra, comprometiéndonos en este espacio con el esquema de referencia que nos legó, en este camino que significó el haber aprendido y trabajado a su lado.

(1) Psicóloga. Presidenta de Asociación de Psicoterapia Operativa Psicoanalítica APOP. dsastre@cop.es


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