Asociación para el estudio de temas grupales, psicosociales e institucionales

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Fecha de Publicación

14/09/2021

Noticias: Edición de

Técnica en Psicoterapia Analítica Grupal

Experiencia desde la asistencia pública

José Ribé Buitrón

Herder

José Miguel Ribé Buitrón es el autor del libro “Técnica en psicoterapia analítica grupal. Experiencia desde la asistencia pública”. Publicado este año, 2021, por la Editorial Herder, dentro de la Colección Salud Mental, dirigida por la Fundació Vidal i Barraquer, Barcelona. El autor, nacido en Lleida, es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Grupoanalista, Doctor en psicología y docente en el Máster de Psicoterapia Psicoanalítica contemporánea. Realiza sus funciones como psiquiatra y psicoterapeuta grupal en un Centro de Salud Mental en Barcelona. Miembro de APAG (Asociación de psicoterapia analítica grupal) y de la Sección de Psicoterapia de grupo de la AEN (Asociación Española de Neuropsiquiatría y Profesionales de la Salud Mental).

Es un libro que ha sido bienvenido por todos los interesados en el campo grupal, en la psicoterapia de grupo, y mucho más para los clínicos de orientación psicoanalítica. Es un libro que puede ser de mucha utilidad para los jóvenes especialistas que, ya formados, están pensando en cómo organizar e iniciar un grupo terapéutico.

En el índice observamos el esfuerzo por conceptualizar la técnica grupal analítica en base a los grupos terapéuticos que ha realizado. Los temas que plantea son centrales, y sus contenidos muy amplios y también de mucho interés para la clínica grupal.

Si hacemos un recorrido por los diferentes capítulos, en el primer capítulo, después de algunas narraciones de su trayectoria personal, profesional y grupal, y como marco del libro, hace referencia a la Sociedad, a la Salud Mental y -al grupo como “normalizador de los malestares de la vida cotidiana”-.

En el segundo aborda el encuadre terapéutico, y establece las coordenadas espacio - temporales, objetivos, metodología, modalidades, normas, derechos y recomendaciones para llevar adelante la tarea grupal. El tercero capítulo trata de la formación del grupo, que incluye los criterios de selección, y el cuarto, de gran interés, lo destina a la relación terapéutica, a la transferencia y contratransferencia grupal. El quinto a la formación del terapeuta grupal, el sexto a la coterapia, y el séptimo y octavo, a los inicios y finales de los grupos terapéuticos. El noveno a la interpretación, el doceavo a la observación grupal, y finaliza con los dos últimos dedicados a la psicoterapia grupal en línea, y a la investigación en psicoterapia grupal.

En la reseña subrayaré algunas ideas o frases del autor que me parecen de interés. Piensa el encuadre grupal como organizador y sostén del grupo, y la necesidad de la “alianza terapéutica” para que se establezca el proceso terapéutico. La frecuencia de los encuadres con frecuencias ha de posibilitar la continuidad del hilo discursivo grupal. Considera que el grupo terapéutico ha de tener número mínimo ha de cinco participantes, y realiza una diferenciación por el tamaño de los grupos: pequeños, hasta doce miembros; medianos, hasta veinticinco; y grandes, por encima del anterior número.

El autor plantea que el proceso grupal es un vaivén continuo, de afuera a adentro, y viceversa, y que el trabajo en el aquí-ahora grupal es una de las intervenciones técnicas más efectivas. Afirma que -en este presente emerge lo que a cada uno le ha marcado del pasado, y que el proceso de comprensión va de la emoción a la razón-. Respecto a la propuesta de objetivos, éstos dependerán del paciente, del dispositivo, de los diagnósticos, de los profesionales derivantes, y de los recursos institucionales. En los grupos multifamiliares estos objetivos han de trabajarse previamente con la unidad familiar. Por otro lado, si se realizan psicoterapias combinadas es muy importante clarificar los objetivos para no generar iatrogenia.

Jose Miguel Ribé plantea que la terapia de grupo no puede pensarse como complementaria a la grupal, ni ha de ser realizada por la carencia de recursos, ni por la falta de tiempo para realizar terapia individual. La psicoterapia grupal tiene su propia especificidad y efectividad, y sus normas que han de ser explicitadas al inicio del grupo. entre ellas, se destaca la confidencialidad, la restitución grupal, y el pacto de no agresión y respeto.

Cierra el capítulo del encuadre señalando un elemento: -el deber del terapeuta de liderar el grupo-. En este punto podemos observar una de las diferencias entre la teoría del autor, el Grupoanálisis, y la mía propia, la teoría grupal psicoanalítica-operativa, que plantea que el coordinador, no conductor como lo denomina el grupoanálisis, ha de descentrarse del liderazgo, para que puedan constituirse los diferentes liderazgos dentro del grupo. En la teoría grupal operativa el líder del grupo es la tarea, es el elemento estructurante del grupo. Este descentramiento del coordinador o analista grupal disminuirá las transferencias verticales, facilitará las transferencias laterales entre los miembros, y las circulares con el grupo, y las dirigidas hacia la tarea.

En el capítulo tercero sobre la formación del grupo, subrayo una idea central que comparto: -la institución influye de manera importante en los procesos terapéuticos- y, a veces se hace depositaria de los aspectos escindidos y proyectados. En la selección excluye algunos diagnósticos, las psicopatías, aunque estos grupos puedan realizarse en algunas instituciones como las prisiones. En las toxicomanías cuando haya un consumo activo. En las personalidades con marcados rasgos paranoides. En psicosis residuales con disminuciones cognitivas. En los síndromes afectivo-orgánicos y neurodegenerativos. En autismos y trastornos graves del desarrollo, y en caracteropatías severas.

Por mi experiencia en la clínica grupal, estoy totalmente de acuerdo con el autor cuando señala que la psicoterapia grupal es el tratamiento de elección en los pacientes diagnosticados de psicosis y en el trabajo con sus familias. El abordaje grupal es el más apropiado en lo público porque la psicosis es el trastorno vincular y relacional por excelencia. Por otro lado, en la formación del grupo aboga por entrevistas individuales previas para disminuir el índice de abandonos de la terapia grupal.

El capítulo cuarto sobre la relación terapéutica es de los más interesantes, realiza un importante desarrollo de las diferentes transferencias grupales. Nombra las transferencias centrales, con el conductor, las horizontales, entre ellos, y las dirigidas al grupo. Estoy de acuerdo con el autor, en que el coordinador ha de facilitar las laterales, y no las centrales. Y comparto la descripción de estas tres modalidades de transferencia, a las que añadiría, las co-transferencias entre los miembros del equipo terapéutico, las transversales hacia lo institucional y social, y las dirigidas hacia la tarea. Al conjunto de las transferencias grupales, las he denominado “intertransferencias grupales”, un campo transferencial que se caracteriza por su complejidad, multiplicidad y diversidad.

Respecto a las contratransferencias grupales, sigue a Laplanche y Pontalis. Recuerda la diferenciación de la contratransferencia en dos tipos, de Racker: la concordante, que contribuye a la comprensión del paciente, y la complementaria, que puede obstaculiza el proceso terapéutico. También subraya las aportaciones de Heinman, a mediados del siglo pasado, el reconocimiento de la contratransferencia como un instrumento valioso que pone de manifiesto la comunicación entre el inconsciente del paciente y el del terapeuta. Una idea: -la comunicación interinconscientes-, que ya había sido propuesta por Ferenzi. Aunque para Racker y Heinman la contratransferencia sea un instrumento, no recomiendan su uso explícito en la sesión.

Asimismo, recuerda las palabras de Baranger: -en el movimiento psicoanalítico el monólogo se transformó en diálogo, y en éste las vivencias entre terapeuta y paciente se hicieron protagonistas de la terapia-. Se refiere también a las aportaciones de Lacan y Winnicott, para ambos, la contratransferencia es un elemento perturbador para el análisis, por eso se ha de trabajar en los propios análisis de los conductores/coordinadores. Estamos de acuerdo con el autor, en que el concepto de la contratransferencia promueve muchas preguntas, y algunas de difícil respuesta. Unos interrogantes en relación a la interpretación, la neutralidad, la abstinencia, y el tipo de relación con el paciente.

La contratransferencia en los grupos, para el autor, es un instrumento que posibilita traer significados a la comunicación transferencial. Pero, añade, -los conflictos no resueltos del terapeuta pueden interferir gravemente en el proceso grupal y conducirle a abusar de su posición de liderazgo-. Por ello, también recomienda el análisis de los profesionales.

Propone algunas claves contratransferenciales que pueden se emergentes de problemas en la conducción grupal: las reacciones emocionales intensas, la sobreidentificación con los miembros, la identificación y proyección de afectos, la necesidad de afecto, y valoración del grupo, el exceso o nulo apego por algún miembro el grupo, y los sueños reiterados con el grupo. Sigue a Vainer cuando dice que el trabajo sobre la contratransferencia es lo que permite la abstinencia en la situación grupal.

En la formación del terapeuta grupal, capítulo quinto, , describe las cualidades de un buen terapeuta, una de ellas, ser el líder y dirigir al grupo, aunque más adelante aclarará que es en los inicios de los grupos. Otra de las funciones ha de ser la reflexiva-interpretativa, que trasladará progresivamente al grupo. En la formación propone el análisis individual y grupal, y afirma mayor profundidad a la primera, una afirmación que sería interesante debatir en las Asociaciones grupales a las que pertenecemos.

Respecto al capítulo sexto de la coterapia, comparto con el autor la importancia de la coterapia para el proceso terapéutico, pero tenemos diferencias significativas en la función del observador en los grupos. Para la teoría operativa la observación es una función central en los grupos terapéuticos. La función del observador ha sido objeto de mis investigaciones y artículos, es una función de gran relevancia en la elaboración del “discurso grupal”, que considero es el emergente fundamental de los grupos, y el factor terapéutico central en los grupos.

Por otro lado, los inicios y finales del grupo son muy importantes en el proceso terapéutico, y también la elaboración de los criterios de alta del grupo. La interpretación, en el capítulo 9, la define como una hipótesis a refutar por el analizante, un acto que posibilita el paso de lo inconsciente a lo consciente. Comparto con el autor, la idea de -la interpretación como proceso-. Sin embargo, me gustaría debatir el planteamiento de que la interpretación en los grupos corre más a cargo de los miembros del grupo que del conductor. Aunque, por supuesto, reconozcamos los efectos terapéuticos de las intervenciones de los participantes. Respecto al uso de las nuevas metodologías online, que han resultado fundamentales en los tiempos de la pandemia, y a los procesos de investigación, remito a la lectura del libro del autor.

Para terminar, deseo subrayar que la publicación de este libro ha sido una muy buena noticia para todos los apasionados de los grupos terapéuticos, y de gran interés para aquellos que con formación deseen iniciar la andadura en esta modalidad de psicoterapia, la grupal, en lo público. Por ello, recomendamos la lectura del libro de Ribé, “Técnica en psicoterapia analítica grupal”.

 

Rosa Gómez Esteban, 13 de septiembre 2021.

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